Las doce en el reloj

Dije: ¡Todo ya pleno!

Un álamo vibró.

Las hojas plateadas

sonaron con amor.

Los verdes eran grises,

el amor era sol.

Entonces, mediodía,

un pájaro sumió

su cantar en el viento

con tal adoración

que se sintió cantada

bajo el viento la flor

crecida entre las mieses,

más altas. Era yo,

centro en aquel instante

de tanto alrededor,

quien lo veía todo

completo para un dios.

Dije: Todo, completo.

¡Las doce en el reloj!

Jorge Guillén

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