Melancolía
Rubén Darío |
A Domingo Bolívar
Hermano, tú que
tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego.
Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades
y tormentas
ciego de sueño y loco
de armonía.
Ese es mi mal. Soñar.
La poesía
es la camisa férrea
de mil puntas cruentas
que llevo sobre el
alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas
de mi melancolía.
Y así voy, ciego y
loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que
el camino es muy largo,
y a veces que es muy
corto...
Y en este titubeo de
aliento y agonía,
cargo lleno de penas
lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las
gotas de mi melancolía?
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