Linda Lisboa...
Tiene cicatrices,
Lisboa.
Sus cicatrices
tienen forma de raíles.
Y son hermosas, muy
hermosas.
Por ellas circulan
los tranvías: rojos, amarillos, marrones, verdes…
Bajan y suben.
Bajan y suben. Acariciando su piel marcada. Como hormiguitas rápidas,
coloreadas, que conducen al visitante hasta el lugar en el que un día estuvo la
casita de San Antonio de Padua: frente a la catedral, en el corazón de la
Alfama… el Santo Antonio querido.
Luego el castelo de San Jorge. Un poco más
arriba. A dos minutos a pie. Entre tiendas de recuerdos. Cantos callejeros. El castelo custodia la ciudad con ojos
avisados -siempre abiertos, siempre expectantes- mientras Lisboa, risueña y
despeinada, se deja mecer a orillas de un Tajo irreconocible junto a ella por
lo soberbio.
El Tajo parece
feliz de morir en Lisboa.
Lisboa entorna los
párpados y me mira complaciente. Se sabe bella. Inolvidable.
Precioso post, sobre una enigmática ciudad. Lisboa, tiene magia.. sí...
ResponderEliminarSaludos
¡Muchas gracias, Ángeles, por tus palabras! Lisboa es una ciudad maravillosa... :)
Eliminar¡Un abrazo!